El cuerpo desnaturalizado (en el Museo Vostell)

Tejer la memoria con melancolía  

Mª del Mar Lozano Bartolozzi 

 Texto para el catálogo de “La soledad del pastor” en el Centro Cultural Raiano de Idanha Nova.   

Escribió José Vasconcelos: “Un libro, como un viaje, se comienza con inquietud y se termina con melancolía”. Mª Jesús Manzanares comienza la realización de un objeto artístico, una acción, performan o instalación, con inquietudes narrativas. Cuenta así historias, transmite recuerdos y vivencias con determinadas referencias de identidad, y termina en obras que rezuman melancolía.  

La artista pertenece a ese homo sentimentalis: “Que no puede ser definido como un hombre que siente (porque todos sentimos), sino como un hombre que ha hecho un valor del sentimiento.”, según escribe Milan Kundera en su libro “La inmortalidad”. Un sentimiento versus (hacia) la melancolía, que está relacionado con la memoria.  

Desde principios del siglo XX, con el mito de la magdalena proustiana, a la última década del siglo XX y en los años que estamos viviendo del siglo XXI, la memoria es un motivo continuo de la narración de la historia. Mirar hacia delante es mirar hacia atrás. Incluso hasta en la aceptación de que nuestro presente influye en los recuerdos, que seleccionamos conforme nuestra vida nos guía en un sentido u otro. Siempre lo ha sido, es verdad, aunque ahora se toma más conciencia de ello. Porque la memoria no deja de ser una búsqueda ansiosa de la ausencia. 

“El cuerpo desnaturalizado”, “El sueño del pastor”, “Enlosados”, son nombres de exposiciones que ha realizado la artista, en las que siempre sobrevuela el tema de la memoria. Una memoria propia que relaciona su persona o las de su entorno con la naturaleza y el paisaje, y con un contexto de micro-historia, doméstica y rural; no en vano procede de un pueblo, Malpartida de Plasencia, al que continua muy religada.  

Se añade su concepto del arte y de las obras que muestra, que son realizadas como un proyecto total, como una instalación conjunta en relación generalmente con un lugar. Obras producidas por la experimentación, que tienen un alto contenido de introspección psicológica, de recuerdo personal, y que no olvidan al tiempo las nuevas formulas del surrealismo de vanguardia, desarrollado desde los años noventa, que indaga en un pasado, entorno o fantasías propias, superando cualquier vacuo o simple neosurrealismo y aportando técnicas y discursos conceptuales rigurosamente contemporáneos.  

Mª Jesús desarrolla un proceso narrativo, sugerido al mirar y sentir su propio entorno, y considera el lugar de exposición como un espacio telúrico que da una potente energía al hilo conductor creativo. Pero sugerido también al manipular materiales de distinta naturaleza  y singular textura asociados a seres orgánicos o inanimados: las lanas, los hilos, el esparto. Se añaden otras referencias como la lectura de cuentos y leyendas o determinados poemas. La finalidad, como en todo esfuerzo de creación, es seducirnos y obligarnos a pensar a partir de los conceptos que encierran las imágenes de sus esculturas, objetos, ventanas/cuadros y vídeos.  

La primera vez que conocí su obra fue en el Museo Vostell Malpartida. ¡Qué mejor espacio para unir presente y pasado! Para reunir objetos que recuerdan huellas del tiempo, de labores industriales, y que dieron motivo y apoyo a las respuestas de la artista que necesitaba reflexionar sobre experiencias anteriores para crear su propio futuro discursivo. Allí realizó la serie “El cuerpo desnaturalizado”, expuesto también ahora, que se integraba en la sala de la noria del lavadero de lanas. Lanas de ovejas merinas y churras, coloreadas con tintes naturales, colgaban de la pared enfrente de la rueda en las que originariamente se lavaban con cangilones las pellas del mismo material con agua caliente y fría. Además había unas figuras de lana o cera, colgadas por la pared o encajadas en unos huecos del suelo, que entonces funcionaban como tumbas antropomorfas, frecuentes en el resto del territorio de los Barruecos. Aquello nos evocaba las performances que hiciera la malograda artista cubana Ana Mendieta con el nombre “Flores sobre cuerpo”, en El Yagul, Oaxaca, México, 1973, cuando se sumergió cubierta de flores en una tumba zapoteca, para recordar el tema de la muerte y sus ancestros.  

Pero sobre todo a  Mª Jesús le interesa la vena psíquica del arte, al reproducir vivencias familiares entrañables. Se une así a la artista Louise Bourgeois en su aspiración de configurar construcciones oníricas. Aunque las vivencias personales, que recuerda constantemente en sus obras, de la artista francesa, están relacionadas con una infancia dramática, alimento “sine die” de su surrealismo renovador utilizando telas, lanas, hilos. También Mª Jesús, cuyos recuerdos dan la impresión de ser más felices, manipula lanas, y teje con ganchillo sus figuras, formando muñecos o cuadros que cuelga en las paredes y que, según la autora, son imágenes de su pasado infantil, construidas como “una caja-vitrina-urna”.  

Hoy de nuevo ha trabajado estas obras para mostrarlas en un espacio de gran valor arqueológico. Su exposición es un proyecto autobiográfico, situándose parte de ella en Iglesia-catedral-Seo de Idanha-Vella. De un espacio de arqueología industrial en el Museo Vostell Malpartida, ha pasado a un espacio de liturgia religiosa. A ambos les une el tránsito humano, la vida allí transcurrida, el suceso en el tiempo, la memoria. Al segundo además de todo ello, una carga de vivencias anímicas espirituales.  

La exposición es, una vez más, la intervención en un “locus”, pero se añade una nueva experiencia, la filmación de un vídeo (obra que centraliza la muestra), para trabajar en un tiempo real. Un tiempo poetizado y cercano que surge de sentimientos cómplices de la artista con las palabras del poema: “Mil formas de hacer la colada” de Diego González. No es una crónica de lo que sucede sino una obra estética escenificada para el espectador por personas de su propia familia en un amable territorio campestre que es pintado de sábanas blancas y dinamizado por ellas al formar velas al viento. En el vídeo se ven, sin duda, momentos sublimes acariciados por la voz que narra los citados poemas. De esta suerte, se desarrolla en él un micromundo, con el que convergen a su alrededor, en la iglesia, objetos reales: zapatos y trajes negros colgados en perchas por la pared, sacados de los baúles familiares, pertenecientes a seres ausentes, que forman un contrapunto cromático (el blanco de los seres vivos del vídeo junto al negro de los seres desaparecidos). Hay también unas maletas que contienen otros trajes efímeros, de papel, y frases para la reflexión. Simultáneamente en el Centro Cultural Raiano de Idanha Nova expone la citada serie “El cuerpo desnaturalizado”.  

Mª Jesús quiere ordenar un micro-mundo antropológico de mujeres. Un micro-mundo visual y conceptual, un micro-mundo de género femenino que no busca  ser arte combativo o feminista, sino transmisión de ansiedad ante la necesaria recuperación del arraigo y del rumbo de la existencia, de la historia y del contexto, frente a los no lugares de la globalización. Un mundo vinculante, con fronteras en las experiencias domésticas, sugerente y  melancólico.