La palabra bordada
Manuel Pozo
La palabra bordada tiene su origen en los dechados. Pequeñas piezas de lino donde se bordaba el abecedario para después componer iniciales o letras que marcaran el nombre de sábanas o toallas para el ajuar. Con ellos se aprendía a coser.
Podría decirse que, metafóricamente, un dechado es una muestra que se tiene presente para imitar. En el ámbito textil, dicho término sirve para referirse a cierto tipo de labores, tradicionalmente vinculadas con una práctica femenina, que resultaron de un proceso de aprendizaje y perfeccionamiento de las habilidades de tejido, bordado y deshilado.
Partiendo de esta idea de dechado como origen de la escritura bordada y todo lo que de memoria conlleva, planteamos una exposición que canalice y visibilice esa labor de la mujer a través del bordado. La palabra y el lenguaje visual tienen su lugar en la historia del arte a través de la poesía visual. Las obras que presento parten del lenguaje y la obra de poetas como Emily Dikinson, Pureza Canelo, Ada Salas o Emilia Oliva entre otros. A través de materiales que evocan tiempos pasados: el lino, la lana, la rafia o el esparto como soporte para crear puentes entre la memoria , la experiencia y lo que vendrá.
El hecho de bordar es una reafirmación, un posicionamiento y una manera de entender el hecho creativo, desde la reflexión. Donde el derecho y el revés se entretejen, dejando a la vista el dibujo de línea marcado por los hilos. Cada palabra bordada nos remite a mi universo de emociones, sensaciones y búsqueda del lenguaje plástico como modo de expresión.